El fútbol es de largo el mejor deporte que hay. Pero de larguísimo. Pocas cosas hay mejores que ver acompañado un partido de fúmbol por la tele y hacer comentarios de todo tipo sobre el juego y los jugadores.
Yo he sido siempre un espectador de fútbol tipo brasa. No obstante, el nivel de brasismo a que puedo someter a los que ven un partido de fútbol conmigo ha bajado enormemente desde que el Madrid empezó a ganar Copas de Europa como el Barça gana trofeos Joan Gamper. Ahora mis niveles abrasivos de lloriqueo y victimismo los reservo para los partidos de España en las fases finales de los grandes campeonatos.
Los partidos de club los vivo con interés, pero ya bastante relajadamente por lo general. Más que comentar el juego, me dedico a reírme de los jugadores. Y mi padre, compañero ideal donde los haya para ver fútbol, también. El jugador del que más nos reímos últimamente es Leo Messi.
Dos grandes verdades sobre Leo Messi:
1. Es una máquina.
2. Es tonto.
Hace unas semanas, alguien en Telecinco tuvo la triste idea de invitarle como analista al programa en el que se emitía el sorteo del Mundial de Alemania. Cada vez que salía uno de los rivales de la selección argentina, pedían su opinión a Leo Messi, que en ningún caso respondía con frases que duraran más de seis segundos.
- Leo, Holanda, un rival duro, no?
- Sí, bueno, es un buen equipo, pero nosotros tenemos que salir y pelear para poder clasificar (todo esto con acento argentino y desgana, valga la redundancia).
Y así cada vez que le preguntaban algo. Fue tan ridículo que mi padre y yo nos partíamos el culo. Vista su gran oratoria, uno de los dos dijo que parecía un académico de la lengua.
Desde entonces, le llamamos "El Académico".
Nos gusta reírnos de la ignorancia de los demás porque así la nuestra resulta menos evidente.
AGUR!
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