Estos valientes ciudadanos, armados con la idea de que la libertad sólo se amplía ejerciéndola, empezaron a hacerse notar en las ciudades del País Vasco. Como eran pocos y no bien vistos por mucha gente que sentía que su presencia pública revelaba el alcance del silencio en que se había acomodado la mayoría, estos cuatro gatos entablaron grandes lazos de amistad, superaron las diferencias políticas, que probablemente en un estado normal de convivencia les habrían separado, y decidieron quedarse con lo que al ser humano decente le es esencial, la defensa de la vida y la libertad.
Ay, Elvira, qué grandes verdades escribes a veces.
Personalmente, me hace mucha gracia cuando escucho a hablar a algunos de la "valentía de la sociedad vasca". Valentía my a**. El País Vasco tendrá muchas cosas buenas, pero la mayoría de la gente allí ha hecho un papelón en lo que respecta al tema de la violencia etarra. Si tan valiente ha sido la sociedad vasca, cómo se explica que las víctimas y los amenazados hayan dicho durante años y años que se encontraban solos y abandonados, mientras los pro-etarras han campado bastante a sus anchas? Y cómo es que ha habido más movilizaciones a favor de los presos que por las víctimas?
La cruda realidad es que en el País Vasco ha habido poca valentía en este asunto y mucho mirar para otro lado. Y tampoco hay que olvidarse de ese gran argumento desactiva-conciencias que se ha utilizado allí durante mucho tiempo cada vez que mataban a alguien: el "algo habrá hecho". Me encanta el "algo habrá hecho" porque tiene múltiples usos. Igual te sirve para justificar un atentado que el maltrato doméstico. Y además te ahorra darle vueltas a la cabeza.
Valientes han sido personas como esas de las que habla Elvira Lindo en su columna. Las demás... En fin.
AGUR!
1 comment:
Aunque no controlo el tema como tú, muy de acuerdo.
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