Friday, December 16, 2005

Hacía tiempo gañanes...



... que no posteaba algo borrachuzo el blog. Sólo os diré que restan escasos diámetros para cerrar el círculo del capital navideño. Ampliad las bolsas y mariguañad vuestras osamentas, pues el decrépito ser adentro de vuestro esternón clama al cielo por una guayabera turquesa. Vamos, que ahora la farla está por las nubes según me comenta Kiko's Power.

Hoy he conocido a arbusto el guerrero y sí, aún rememoraba la anécdota de un colega presente en la mesa: un chorbo que era SOBRINO de Chema el panadero de Barrio Sésamo y que como anticipamos estuvo haciendo el pino-caca desnudo y megapedoooooooooo. Es terrible pero a la par que aleccionador. Tanto como los episodios que me está grabando un amigo sobre EL PLANETA IMAGINARIO, un programa vanguardista para la juventud de los años ochenta. Vosotros ahora, pequeños mentecatos, mamelucos y demás hijos de puta, no tenéis ni puta idea de la vida aunque os droguéis y folléis más.

En fin, os dejo con dos cosas:

-un relato escrito totalmente borracho y corregido por la gramática automática del blog
- el vídeo de uno de lso mejores grupos de lso noventa, Stone Temple Pilots ('Vasoline'). Ciertamente a veces creo estar de lleno pegado entre un montón de mierda mielesca.

Ciao





Relato

navajas_sin_calor_ni_hielo.mp3

La noche me obsequió con la mejor de las dádivas: lágrimas. Las que no podía expulsar de mi ajado cuerpo pese a mis terribles deseos de hacerlo. De propagar mi hueca tristeza, la que no palpa ni el ciego de nacimiento ni la hojarasca polarizada del otoño.

Mis cristales prestados resbalaban por la piel que hacía tiempo nadie prestaba atención alguna, más que para arrancar riquísimo cuarzo y ostentosa palabrería sin acto final con el frío filo de la navaja.
‘Knives out’. Resonaba Radiohead en el mp3 y sonreí porque aquellos bastardos ya no poseían el poder de levantar de una ostia a mis pelos y escarpias. Seguramente se trataba de mí. ‘Tu funeral, mi juicio’, me replica Nick. Repaso los momentos escupidos con humildad por el Caronte urbano ataviado de contador y respaldo de bolillos relajantes, y no dejo de pensar en las tres navajas que recorrieron su cuello mientras los peruanos, españoles, rumanos, le tomaban prestado crédito nocturno, agua salada y miradas vidriosas. Tampoco olvido la doble pistola que enfriaron sus parietales. El intenso paseo por un lago congelado, donde el dolor se mezcla con el pavor. Navaja gélida, quebradiza a mis fantasías. Indestructible ante mi pérdida de tacto. Desasosiego humorístico. Groucho trazando muecas secas con la mirada clavada en el ayer. Mañana ya cabecea al hoy y el alquitrán y el metal me sitúan de nuevo en la parrilla de salida. Ja, ja, ja. Desconocen que me restan pilas hasta que despierte.

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