Wednesday, December 07, 2005

"Me ha dao una hostia"

Fue Mariano. El compañero de clase mío que más lejos ha llegado ha sido Mariano. Llegó concretamente hasta Bosnia-Herzegovina, donde le mandaron con su cara de palurdo como soldado del ejército epañó. Como soy rencoroso, he de decir que me alegré cuando le vi allí en la tele con uniforme y una expresión tipo, WTF?

El chaval era un c*****. Básicamente. Unos días era tu amigo y otras te hacía una putada. Era un patrón de conducta habitual en el Federico García Lorca (FGL). Había mucho perro en el FGL. Mucho.

Mariano, que le rompió de una patada el tobillo a mi profesor favorito de toda la vida (Fidencio), leyó dos libros mientras fue compañero de clase mío. Uno al principio de la EGB y otro al final. El primero era un libro de chistes que era de su padre y que tenía suficiente material como para convertirle en el payaso oficial de la clase durante varias temporadas. El otro fue "El Señor de los Anillos". Cuando terminó de leérselo, empezó a llamarme hobbit, el muy hijo de p***. Es que yo era muy enano por aquella época.

Claro, así yo luego me partía el culo cuando le zurraban. A día de hoy, aún se comenta mucho la anécdota de "Me ha dao una hostia".

Para poner en contexto la historia, tenéis que saber que el barrio donde estaba mi colegio tenía antes una densidad altísima de locos y retrasados mentales. Estaba el que se cagaba a voces en la boca de Cristo, el que llevaba el plumas puesto hasta en verano... Y unos cuantos más. El día de autos descubrimos uno nuevo.

Yo estaba con unos amigos de mi calle junto a la "Casa de Raimundo". (Raimundo era un profesor malo, muy malo, al que todos odiábamos. Y justo a la salida del colegio había un contenedor de basura en el que estaba escrito con rotulador negro gordo y letras bien grandotas ése texto: "Casa de Raimundo". Bien visible en el container.) Mariano estaba en la acera de enfrente.

De repente, se le acerca un hombre, se la planta delante y le mete un mamporro bastante guapo. Y se va tan pancho. Nos quedamos todos estupefactos. Sobre todo Mariano, claro.

"Me ha dao una hostia," soltó Mariano, que estaba solo, totalmente incrédulo y con la mano en la cara.

"Me ha dao una hostia. Que me ha dao una hostia".

"Me ha dao una hostia, mama," ya le dijo a su madre, que estaba en una tienda cerca del FGL, empezando a llorar. "Un señor, que me ha dao una hostia."

"Me ha dao una hostia. Que me ha dao una hostia. Ese cabrón, que me ha dao una hostia".

Lo dijo como 90.000 veces más llorando como una nenaza: "Me ha dao una hostia, que me ha dao una hostia."

Cuando abandonamos la escena, ya rompimos a reír y a imitar a Mariano: "Me ha dao una hostia, que me ha dao una hostia."

Yo le sigo imitando, la verdad.

J****, es que le dieron una hostia!

AGUR!

2 comments:

Copycat said...

Un compañero mío de clase bastante enano pegó el estirón a los 17, y a los 21 se hizo legionario. A lo mejor hasta conoce a tu colega, porque también estuvo en Bosnia. Me lo encontré a su vuelta y estaba en los huesos. "Mal de amores", me dijo.
Luego me enteré de que, por lo visto, había pillado por aquellos lares una enfermedad venérea que se las hizo pasar canutas una temporadita...

Haters said...

Es que las cabras no son nada limpias.