Siempre que Barry me cuenta las travesuras y gamberradas-light de su época de colegio privado, no puedo evitar que se me dibuje en la cara una sonrisa condescendiente.
Barry, he ido a un colegio público. He vivido muchas cosas más que tú en mi etapa de estudiante. Las paredes del Federico García Lorca (FGL) han visto mucho. Pero mucho.
A diferencia del colegio de Barry, situado en una zona pija de la ciudad, el FGL estaba en un barrio. Ahora el barrio, que se está llenando de inmigrantes latinoamericanos, ha mejorado algo. Antes no era como ahora. Era totalmente in the hood. Cuando yo iba al colegio, el FGL tenía un cuartel militar detrás, los barrios gitanos a la derecha y una zona de vertido de escombros y basura a la izquierda. Aquello era un enorme socavón lleno de mierda. Si se te caía el balón ahí, prácticamente tenías que pelearte con las ratas para recuperarlo.
Ahora en lo que era un nido de mierda han montado un polideportivo, pero no era ése el uso que tenían previsto darle al terreno. Lo que el ayuntamiento quería construir en esa zona era un centro de rehabilitación de toxicómanos -- supongo que para que los alumnos se fueran familiarizando con el futuro que les esperaba. Y es que en ese colegio había auténticos cracks que protagonizaron acontecimientos de mucha pena. A muchos hace un huevo de tiempo que no los veo, así que doy por hecho que están en la cárcel.
- El Borja. Las experiencias más gays de toda mi vida las viví con este pavo al lado. En clase de francés. Éramos sólo cuatro alumnos en esa asignatura, así que juntábamos las mesas a la del teacher (que sabía de francés lo que Poli Díaz). Al estar todas las mesas junto a la suya, el profesor no tenía posibilidad de ver lo que pasaba debajo de ellas -- lo que Borja aprovechó para llevar a cabo acciones penosas... En fin, que se hacía pajas en clase mientras el tío explicaba. Y tú, al lado. Aguantando. Qué ibas a hacer? Chivarte?
"Messier, mon ami is doing le pajotte"?
Esa opción quedaba descartada, porque yo no soy un chivato y aparte el Borja era un thug de mucho cuidado. O no tanto, que un día le reventó la cara un compañero en una disputa en la que yo estaba involucrado de algún modo (no recuerdo exactamente cómo) y el tipo fue a dirección con toda la cara ensangrentada a denunciar al que le había zumbado. Y llorando. P*** gay.
- Lastra. Durante algún tiempo fue buen amigo, pero se le iba bastante la pinza. Y los últimos meses en el colegio, más aún. Un día quedó para pegarse con otro a la salida de clase. Le zurraron la badana bastante a pesar de que era más alto y más fuerte que su rival. Frustrado, volvió a la carga al día siguiente. Esta vez, con una navaja. El chico pudo escapar porque tenía su casa justo delante del colegio. Lastra, que no veía a su padre desde hacía muchos años (se piró y se olvidó de la familia), estaba un poquito loco, así que mejor que no le pillara.
Estas persecuciones no eran demasiado extrañas. Un ex alumno drogadicto persiguió alrededor del colegio con una jeringuilla de la mano a otro que estaba aún en el centro. Al menos eso contaba Borja.
- Los Rosones. Legendaria familia. Hermano tras hermano, los Rosones sembraron el caos en mi colegio. Uno de los más pequeños (aún así mucho mayor que yo) creo recordar que me daba cera cuando yo iba a párvulos. Años después descubriría que era el novio de una chica a la que le tiraba los trastos en el instituto -- en primero de BLURP.
- El hijo de la Nati (no recuerdo el nombre). Autor del celebradísimo ensayo "Por qué los eructos huelen a chorizo?" Juro que ése fue el título de una redacción que presentó. Lo juro.
- Pascual. Este era un chico de buen corazón (rara avis en el FGL), pero protagonizó incidentes reseñables... Pascual, que tenía que soportar habitualmente que le llamaron "jato" o "gitano de mierda" porque tenía piel oscura, se peleó un día en medio de clase con el chaval al que Lastra le sacó la navaja. El chico le lanzó un puñetazo que Pascual esquivó e impactó en toda la jeta de su amigo Mariano (que acabó de militar destinado en Bosnia, el tonto de él). No he visto jamás un ojo tan morado como el de Mariano. Realmente espectacular.
En otra ocasión, Pascual atacó o fue atacado (perdonad los lapsus de memoria) con un cutter en clase, pero ese no fue el highlight de su etapa en el FGL. Atentos...
Es triste reconocerlo, pero yo participé en un botellón ya con 12-13 años. El último día antes de las Navidades en 7º-8º de EGB se planeó uno para despedir el trimestre a lo grande. Hicimos bote para comprar ron, sidra y otras cosas. El botellón se puso en marcha sin complejos -- directamente en el aula. El último día no solía haber clase, así que los profesores no estaban dentro. Se quedaba alguien fuera mirando por si venían y ya está.
La gente empezó a beber y algunos demostraron su inexperiencia en temas alcoholísticos metiéndose el ron a palo seco (para después escupirlo por la ventana). Había gente que simulaba estar pedo y otros que estaban genuinamente borrachos -- al menos resultaban muy creíbles -- como Pascual o Borja. Los dos empezaron a asomar medio cuerpo por la ventana subiéndose a los radiadores y haciendo el gilip*****. Nuestros radiadores (que frecuentemente no funcionaban) eran robustos, pero terminaron por no aguantar el peso. Cedieron.
CLANK!!!
El agua ardiendo empezó a salir con una presión brutal y escaldó bastante tanto a Pascual como a Borja. No les abrasó, pero, eso sí, la clase quedó inundada. Juá!
Luego lo llenarón todo con serrín de ese que echaban encima de las potas. Estaba todo la clase embarrada. Parecía Stalingrado aquello.
Estuvo genial.
En fin, tengo muchas más historias tétricas del FGL. Si el pueblo lo pide, sigo contando más. Ahora voy a comer fruta. Yo es que como más fruta que un tití dorado.
AGUR!
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
2 comments:
ESO ME INTERESA. DIGO, LO DE LAS HISTORIAS DE PIJAS SALIDAS. Joder, que llevo un mes de abstinencia, entiéndeme (ver tema http://allhaters.blogspot.com/2005/10/rictus-is-coming-home.html)
Sólo una petición? Lo siento. Os habeis quedado sin más historias del FGL.
Post a Comment